Es recomendable tomarse un respiro para escribir sobre la película BALADA TRISTE DE TROMPETA (2010), del español Álex de la Iglesia (1965) porque al verla se hace imprescindible, de hecho, realizar más de un ejercicio respiratorio.Puede ser una historia inconexa y discontinua, no tanto en su cronología sino en su mensaje. Comienza en la España de la guerra civil por allá en 1937. En plena función de circo, unos milicianos reclutan a Payaso Tonto (Santiago Segura) para enfrentarse a machetazos con la guardia nacional. Su hijo Javier (Carlos Areces) heredará años después el oficio, convirtiéndose en el Payaso Triste. En el circo donde trabaja conoce a Natalia (Carolina Bang), la trapecista de las telas, pareja de Sergio (Antonio de La Torre), el actual payaso tonto quien, según sus propias palabras “si no fuera payaso sería un asesino”. Natalia es víctima de golpes y abusos por parte de Sergio, pero continúa a su lado.
Pero de a pocos sale con Javier, hasta enamorarlo por sus coqueteos. El triángulo se configura y el conflicto toma ribetes de una violencia descarnada, visceral y visual que provoca en el espectador más de un sobresalto.
Desde ese momento, asiste a un escenario hostil, sin perder el contexto de la era franquista, donde se va filtrando el desenlace del dictador. Pero se instala un lenguaje caótico, apoyado por una técnica potente del color y el manejo de las tonalidades oscuras que hacen la película más sombría. Violencia por todos lados, situaciones extravagantes, alucinaciones y humor negro a retazos.
De la Iglesia definió su película como “una tragedia grotesca de humor macabro llena de muchas sorpresas”. Y sí que lo es, porque sus más fervientes seguidores llegarán a la catarsis con esta producción, mientras que quienes han seguido su obra de manera menos metódica entenderán que a cuentagotas este director fue entregando pistas de lo que sobrevendría posteriormente. Recordar EL DÍA DE LA BESTIA (1995), LA COMUNIDAD (2000) o CRÍMEN FERPECTO (2004), entre otras, es entender por qué y hasta dónde llegó este hombre con su BALADA…
Y tal vez se pueda considerar que la violencia aquí trasciende la maquinaria visual para ocupar un lugar destacado en el orden discursivo, la violencia como relato, como ligazón entre la idea y las palabras. Si fue necesario este recurso, cada espectador tendrá su argumento (a propósito, en absoluto habrá que suponer que la violencia en esta película es un argumento). Pero lo que sí es cierto es que resultó harto efectivo en sus cortejos con el Gore, haciendo volver a la memoria algunas escenas de GRINDHOUSE (2007), de Quentin Tarantino.
Las actuaciones están en pleno contacto con la situación. No se podrá negar, además, el hecho tan manido y real del mito del payaso asesino en las pesadillas infantiles, y desde la espeluznante IT (1990), de Tommy Lee Wallace, emergen estos payasos triste y tonto, de nuevo, a la pantalla gigante, para taladrar en nuestros inconscientes.
Tras todo eso, habrá que concluir que no es una historia incoherente: es arbitraria, un divertimento personal de Álex de la Iglesia, no apto para todo público y que con el paso del tiempo será valorado en su justa medida.
Mención especial para la fotografía, la edición de sonido y la acostumbra calidad de la puesta en escena.
BALADA TRISTE DE TROMPETA: muy buena.
JORGE C.
Univalle Sociología
excelente película aunque es algo fuerte para personas muy sensibles. interesante blog el de ustedes.
ResponderEliminar